La
vida, amigos míos, está llena de casualidades.
Es
lo que dicen. Yo no lo creo así.
Cuando
algo especial te ocurre, empiezas a ver la vida con otros ojos; empiezas a ver
señales y a conectarlas entre sí y, lo mejor de todo es que empiezas a ver
sentido a esa conexión.
Días,
o semanas (no me acuerdo) después de conocer a mi italiano, empezaron a pasarme
cosas muy extrañas, cosas que no me habían pasado nunca antes en toda mi vida. A
la primera cosa no le di importancia, es más, ni siquiera me paré a pensar en
ello, pero a medida que iban sucediendo más y más de estas cosas, comencé a preguntarme:
¿tendrá esto que ver con él? Venga ya, Laura, la magia no existe, esto no es
una comedia romántica americana…, pero, ¿y si esto me está indicando mi camino?
Me acordé de Pocahontas, la de Disney obviamente, recordaba que trataba
de algo parecido, así que la busqué de entre los DVDs antiguos y me puse a
verla después de tantos años. Prácticamente no recordaba nada de la película,
ya que cuando era pequeña creo que no la entendía muy bien. Ya sabéis. Pocahontas es una película bastante difícil
de entender para un crío, quiero decir, a los niños les gusta, se ríen y cantan
sus canciones, pero, el verdadero significado de una película como Pocahontas no se capta con esa edad,
tienes que verla cuando eres adulto y has estudiando algo de colonialismo, cuando
has estado o estás enamorado. Además, si de verdad la ves centrándote en la
profundidad de la situación, en la parte romántica me refiero, ponte a buscar información
como hice yo y descubrirás que la historia entre Pocahontas y John Smith fue
real, existió.
En
la época de colonialismo Británico, en el siglo diecisiete (tal y como dice la canción
del inicio de la película, en 1607), muchos ingleses llegaron a la India y la
hicieron suya, enseñando sus costumbres, entre ellas su religión y su idioma a sus
habitantes de esas tierras hasta entonces incivilizadas. Pues bien, existen
escritos antiguos de un tal John Smith que conoció a una princesa, hija del
líder de una tribu o algo por el estilo, no sé, no me acuerdo bien, pero por
ahí va la cosa. El caso es que se enamoran y parece ser que tuvieron una
aventura en secreto, pero que, obviamente no duró, o al menos no hay más datos.
En fin, que si ves la película de nuevo, verás que realmente es, en mi opinión,
la mejor película Disney que hay, ya que está basada en un hecho real
(modificado y adaptado para niños), en el que por primera vez en la historia de
Disney la princesa es de color, y que, además, su “príncipe” no se queda con
ella, sino que debe irse y por tanto su amor es imposible. Es un final
jodidamente triste para todo lo que tuvieron que pasar juntos. Es cierto que
existe una segunda parte, Pocahontas 2,
pero sinceramente, es pura basura. Como yo digo, es de la época en la que el
creador original de Disney ya no estaba, así que tanto las historias como los
dibujos en sí decayeron enormemente. La historia no tiene sentido y yo hago
como si no existiera. Para mí, Pocahontas
no tiene segunda parte.
Pero
bueno, no estoy aquí para contaros la historia de Pocahontas. Estaba diciendo
que me acordé de esa película porque reflejaba algo parecido a eso de que hay
señales que, si las miras fijamente, te indican tu camino.
Una
mañana paseaba tranquilamente por la calle cuando miré al suelo, y en un
instante vi algo negro. Al recogerlo, me di cuenta de que era una tarjeta SD
para una cámara digital. Fui corriendo a casa a mirar qué había dentro. Estaba llena
de fotos de Italia. Aún la guardo, y las fotos están intactas, allí donde las
dejé.
A
los pocos días, un amigo me comentó que
a su madre le había llegado un folleto de un viaje Roma-Nápoles (siendo él de
Nápoles) gratis, sólo con inscribirse a una página o algo así. Mandé correos
electrónicos, me informé, y era totalmente cierto, su madre había acumulado
puntos por comprar en esa página, y no quería ir, me regalaban el viaje, pero
yo nunca había viajado sola, y aún era pronto para decirle que quería conocerle
en persona.
El
día que me contó que practicaba kick-boxing, mi padre y mi hermano estaban
viéndolo en la tele, cuando nunca antes habían visto ese deporte, ni siquiera
les gusta.
Al
poco tiempo, la hermana de un amigo conoció a una italiana en el gimnasio que
se ofreció a darnos clases de italiano sin nosotros pedírselo ni contarle nada
de mi historia.
Un
día que me sentía romanticona y con ganas de peli americana, escribí en Google: películas románticas. Aparecieron
más de 50 en una lista de alguien que tenía un blog sobre películas. Para darle más emoción, cerré los ojos y apunté
con el dedo índice a una película al azar. Busqué la sinopsis. La protagonista
era una mujer que estaba siguiendo unas señales, las cuales, según ella, le
estaban mostrando su destino, y le llevaron a Italia a conocerlo.
No
recuerdo más “señales” o cosas misteriosas que me pasaron en ese tiempo, aunque
sé que si me pusiera a pensar me acordaría de miles.